“La experiencia muestra que el crecimiento económico por sí mismo no es suficiente. Tenemos que hacer más para fortalecer a los individuos mediante
un trabajo decente, apoyar a la gente a través de la protección social
y garantizar que se escucha a los pobres y a los marginados”
- Ban Ki-moon
El 26 de noviembre de 2007 la asamblea general de la ONU declaró a través de la resolución 62/10, que cada año el día 20 de febrero se establecería como el día Mundial para conmemorar la Justicia Social. La Asamblea General, considera que tanto el desarrollo como la justicia social, son herramientas necesarias para lograr los objetivos de paz y seguridad en los Estados y entre ellos. Y, que de forma recíproca el desarrollo y la justicia social son inalcanzables si no existe paz y seguridad o si los derechos humanos y libertades fundamentales se ven violadas.
El panorama internacional actual refleja un proceso de globalización e interdependencia entre las naciones que ha dado lugar a dinámicas positivas tales como la ampliación de las fronteras de comercio, nuevas corrientes de inversión y capital, adelantos tecnológicos, que promueven el crecimiento de la economía global y el desarrollo y la mejora del nivel de vida en el planeta. Sin embargo, aunado a esto han empeorado los problemas como la pobreza, la inseguridad, la exclusión, la desigualdad, las crisis financieras, etc.
Esta celebración tiene como fin brindar soporte a la labor de la comunidad internacional enfocada a erradicar la pobreza y promover el empleo pleno y el trabajo digno, la igualdad genero y el acceso al bienestar y justicia social para todos. Dicha conmemoración está ligada a la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la justicia social para una globalización equitativa (2008), en donde a través de la Agenda de Trabajo Decente se refleja la importancia que tienen las empresas sostenibles para crear más empleos y oportunidades de ingresos para todos.
De igual forma, ambas declaraciones forman parte del cumplimiento de la agenda 2030, en donde juegan un papel importante específicamente dentro de su Objetivo número 8, que tiene como meta promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, y el trabajo decente para todos. Este objetivo es importante ya que como lo menciona el “Informe de las Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: tendencias 2019” para el año 2018, de los 3300 millones de personas empleadas en el mundo la mayoría no gozaba de un nivel suficiente de bienestar material, seguridad económica e igualdad de oportunidades. Reflejando así una reducción en el desempleo, más no mejoras en la calidad del trabajo.
Según Damian Grimshaw (Director del Departamento de Investigaciones de la OIT) un total de 700 millones de personas viven en situación de pobreza extrema o moderada pese a tener empleo. Dentro de los datos de importancia del informe destaca el estancamiento persistente en cuanto a la brecha entre hombres y mujeres en la participación laboral, en donde las mujeres proyectan un 48% en 2018, quedando muy por debajo del 75% de la tasa masculina. De igual forma, en la categoría de la fuerza de trabajo potencial y subutilizada, son las mujeres las que predominan. Otro problema relevante es el empleo informal, que incluye a 2mil millones de trabajadores, lo que representa al 61% de la población activa mundial. Otra situación alarmante es que más de una de cada cinco personas jóvenes (menores de 25 años) no recibe ningún tipo de formación académica o de oficio ni trabaja, teniendo como consecuencia que sus perspectivas de trabajo se vean comprometidas.
En el contexto nacional, se tiene que en México son 53.4 millones de personas las que viven en pobreza y 9.4 millones aquellas en condiciones de pobreza extrema (CONEVAL, 2016). Así mismo la CONAPRED en la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS, 2017), expone que: “el 20.2% de la población de 18 años y más declaró haber sido discriminada en el último año por alguna característica o condición personal, tono de piel, manera de hablar, peso o estatura, forma de vestir o arreglo personal, clase social, lugar donde vive, creencias religiosas, sexo, edad y orientación sexual.”
Aún queda un largo camino por recorrer en cuanto a temas sobre Justicia Social, sin embargo, no todo el panorama es malo. La OIT también destaca aspectos positivos en la situación global como, por ejemplo, que en los últimos 30 años la pobreza laboral se ha reducido, especialmente en los países de ingreso medio, y ha habido un aumento de la cantidad de personas que estudian o reciben formación. De la misma manera la sostenibilidad se ha abierto lugar poco a poco en temas sociales y económicos por lo que cada vez son más las empresas y gobiernos que optan por poner en marcha políticas que contribuyan a un mejoramiento más integral de la calidad de vida y promuevan la disminución de las brechas de desigualdad.
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